miércoles, 10 de octubre de 2012

A 3 meses, seguimos buscando a Fernando Lario


Cuesta entender que en épocas en que las ciudades están convertidas en “Gran Hermano” por la cantidad de cámaras instaladas, ya sea por el Estado o por los privados, sumado a los avances en las comunicaciones, una persona pueda llevar 3 meses sin que nada se sepa de él. Este es el caso del compañero, arquitecto y docente marplatense Fernando Javier Lario, visto por última vez el pasado sábado 7 de julio luego de participar de una actividad en la Facultad de Arquitectura.

La fría crónica dice que “Fernando Javier Lario es arquitecto, tiene 45 años de edad, 1,82 metros de estatura, 90 kilogramos de peso, tez blanca, cabellos rapados oscuros, ojos marrones, cicatriz en región abdominal de larga data y trece (13) tatuajes en su cuerpo, siendo los más visibles los de su mano izquierda, que reproduce una obra arquitectónica y otro tipo anillo en un dedo, como así la leyenda “no llegué hasta acá para dejar mis convicciones en la puerta” en uno de sus brazos, quien fuera visto por última vez el 7 de julio de 2012, alrededor de las 14 horas, en la puerta del Complejo Universitario, sito en las calles Deán Funes esquina Rodríguez Peña de la ciudad de Mar del Plata, tras haber participado de un acto eleccionario en la Facultad de Arquitectura, donde se desempeñaba como docente. Al momento de su desaparición vestía pantalón jean, zapatillas deportivas, encontrándose el mismo día de su desaparición su morral, billetera, documentación personal y campera en la zona de Acantilados”.
Desde hace una semana  el Ministerio de Justicia y Seguridad de la Provincia de Buenos Aires ofrece pública recompensa entre $ 20.000  y $ 100.000 a las personas que aporten información fehaciente que contribuya a determinar el paradero.
Pero detrás de estos datos hay varias realidades: un vecino de Mar del Plata que no aparece, una madre sumida en una profunda tristeza por no saber nada de su hijo, hermanas preocupadas y ocupadas a diario en pensar qué más pueden hacer para encontrarlo y un niño-adolescente de 12 años, que no llega a comprender porqué su papá, quien siempre fue un “papá presente”, a pesar de estar separado de su mamá desde que era muy chiquito, hoy no está y nada  sabe de él.
En este tipo de casos, la mayoría de la población es muy solidaria en los primeros momentos (y digo “mayoría” porque nunca faltan los crápulas a los que cualquier tema les sirve para ratificar lo porquería de personas que son), pero a medida que pasan los días la solidaridad se muta en resignación, ésta última inversamente proporcional a la angustia en la que se va sumiendo la familia Lario.
A veces escuchamos, o leemos, que los nuevos teléfonos celulares poseen sistemas incorporados con los que se puede rastrear a una persona aunque el mismo se encuentre apagado.  ¿Eso es así o es un mito urbano más?.  Me surge el interrogante, ya que Fernando tenía un aparato de última generación, el que tampoco ha aparecido, y sin embargo los investigadores, en todo este tiempo,  no han obtenido un informe al respecto, que pueda sumar un elemento más que aporte para dar con su paradero.
Las hipótesis que maneja la Justicia, están basadas más en especulaciones que en datos certeros, lo que hace que ninguna sea considerada como para avanzar sobre ella, ni tampoco para desecharla.
Especulan que pueda haberse suicidado, quizás arrojándose al mar desde la barranca de la zona de Los Acantilados, lugar en el que aparecieron algunas de sus pertenencias, y basándose en un mensaje de texto enviado por él ese día a una ex pareja, que podría interpretarse como una despedida. Pero a pesar del tiempo trascurrido y muchos rastrillajes en la zona, el cuerpo no fue encontrado.  Quienes compartieron con Fernando sus últimas horas, incluyendo su madre, no notaron en él ningún comportamiento que haga presumir que pudiera tomar una determinación así.
Tampoco han descartado que pueda haber sido víctima de un homicidio, pero para ello es necesario un móvil, que tampoco surge de los 3 cuerpos que ya lleva la causa.
Y también existe la posibilidad que haya decidido irse por su propia voluntad.  Este pensamiento, al que se han aferrado algunos, a los que no les duele su ausencia, y les permite dar vuelo al “Juez” frustrado que llevan adentro, hasta incluso dictar su propia sentencia, sería la mejor noticia para sus seres queridos.
Hace 3 meses que a la Universidad de Mar del Plata le falta un docente.
Hace 3 meses que al Colegio de Arquitectos de Mar del Plata le falta un colegiado.
Hace 3 meses que a la ciudad de Mar del Plata le falta un vecino.
Pero por sobre todas las cosas, hace 3 meses que a la familia Lario le falta un hijo, un hermano, un sobrino, un tío,  y a Fidel, un papá. Por eso, seguimos buscando a Fernando.

Rosana Tortosa

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